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Superficie de mármol

“¿Por qué tengo que preguntar lo que tú quieras?” La frase desesperada de Julio Astillero.

  • Foto del escritor: APCJ
    APCJ
  • 9 feb 2024
  • 3 Min. de lectura

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Por Consuelo Sáenz


Julio Hernández “Astillero” perdió los papeles al entrevistar a la periodista Anabel

Hernández: “¿Por qué tengo que preguntar lo que tú quieras?”.


Fue una contienda entre colegas, no una entrevista. Fue álgida e interesante, sin

embargo, por momentos parecía que estábamos presenciando más una riña entre

esposos que una entrevista entre dos profesionales. En este caso, entre personas

que, por su oficio, saben lo que pierden o ganan si uno de los dos resbala desde

las altas esferas del cuarto poder. Entre gitanos no se leen la suerte, reza el

refrán.


No soy partidaria del discurso del género, que asegura existe una lucha de poder

entre hombres y mujeres construida social y culturalmente. No, lo que hombres y

mujeres somos es una bomba de hormonas: la testosterona vs el estrógeno.

Tenemos formas distintas de embestir, pero igualmente despiadadas.


El tema de interés nacional, próximo a elecciones presidenciales, es la denuncia

que hizo la periodista Anabel Hernández en su columna respecto a la entrega de

fondos económicos “de parte de un cártel del crimen organizado” a la campaña

presidencial de 2006 del entonces candidato Andrés Manuel López Obrador.


Al ser cuestionada por Astillero, la autora de El traidor respondió que su

investigación merecía ser explicada. Aseguró que comenzó a ver que existían

algunos contratos firmados desde los gobiernos de Zedillo y Peña Nieto para con

“El Mayo” (Zambada) que se mantenían vigentes en el gobierno de AMLO.

Observación que se publicó en su libro El traidor, de 2019. En ese entonces se

preguntó si eran circunstancias casuales y cuáles serían las razones. Prosiguió

con la investigación hasta que en 2020 conoce que se habían hecho esas

indagatorias en 2010 y 2011 por el gobierno de Estados Unidos sobre el

financiamiento a la campaña de López Obrador:


“Se habían encontrado elementos lo suficientemente creíbles, sólidos, que

indicaban que hubo, efectivamente, un financiamiento del Cártel de Sinaloa a la

campaña de AMLO de dos a cuatro millones de dólares y que habían sido

canalizados directamente por dos personas muy cercanas. Una de esas personas

es Nicolás Mollinedo y Mauricio Soto Caballero. El dinero venia directamente,

proveniente de Arturo Beltrán Leyva, a nombre del cártel de Sinaloa”, especificó.


Astillero la interrumpe para luego posicionarse en desmentirla todo el tiempo, con

la excusa de que si las autoridades desestimaron el caso o no lo habían aprobado

fue por falta de pruebas. La periodista le respondió que la investigación se cerró

por cuestiones políticas. “Esa es una interpretación tuya”, le respondió Astillero.

Montado en su macho le espetó una serie de frases dignas de un chayotero de la

cuarta transformación.


Julio cometió un garrafal error, cayó de ramalazo en el clásico mansplaining que

las feministas duras aborrecen, cuando le preguntó si “¿no deberías de haber

empezado tu nota diciendo que fue una investigación que no pudo llegar a su fin,

que fue desestimada, abandonada o sin pruebas?”. La periodista se sostuvo en

sus respuestas, dijo que contaba con suficientes pruebas testimoniales, pero

Astillero no tendía un puente al entendimiento sino a la confrontación, pedía

pruebas no narrativas. Aquí algunas de sus sentencias dirigidas al trabajo de

investigación de la periodista Anabel Hernández:


“Tu trabajo es literario, no periodístico”.

“Ahora eres mentalista, ahora adivinas lo que el otro debe preguntar” (sic).

“¿Y por qué tengo que preguntar lo que tú quieras?”

“Eso lo consideras tú”.

“Tú ponte de este lado y tú entrevístame”.

“Yo no tengo idea y tú no tienes pruebas”.

“Ese es un rollo tuyo”.

“Esa es una manipulación tuya”.


Mientras son peras o son manzanas, nadie puede negar que el crimen organizado

acampa a sus anchas por todo el territorio mexicano sin que autoridad alguna

haga algo al respecto. Y por si eso le parece poco, Astillero trató de cerrar la

entrevista con una frase lapidante: “Anabel, no tienes pruebas”. (Léase su

sentencia en el tonito chilanga banda, así, alargando las vocales, igualito que en la

canción: Yaa choole, chaango, chilaango. Quee chafa chamba te chutaas. No

checa andar de tacuchee y chale con la charolaa).


Julio Astillero perdió los papeles, la imparcialidad y el profesionalismo.

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