El PERIODISMO BUENO Y EL MALO.

Eustacio Gutiérrez Corona.

El periodismo generalmente ha sido catalogado como un contrapeso del poder público, capaz de criticar, persuadir y confrontar -incluso- sus malas decisiones.

Defensor de los intereses de la sociedad y, de forma muy especial, de los intereses legítimos de los grupos más vulnerables. Es, el periodismo, la voz fuerte de los débiles, la voz de los que quieren ser escuchados y tienen derecho a ser informados con veracidad. Es, debe ser el periodismo, independiente, libre y objetivo, concordante con los reclamos sociales; que nos diga lo que debemos

saber y no lo que debemos pensar. Sin verdad, el periodismo no tiene sentido, como la justicia sin equidad, la ética sin moral y la moral sin religión.

Debemos distinguir, entonces, entre lo que es y lo que no es un buen periodista. Cualquier persona, con el título de licenciado en periodismo o en ciencias de la

comunicación puede ser periodista, pero no cualquiera puede desempeñar adecuadamente su labor porque,dentro de los imponderables que en ella intervienen, la honestidad y la ética juegan un papel relevante, tanto así, que de ellas puede depender la credibilidad de quien profiere la noticia.

El periodismo bueno y el malo se excluyen, son incompatibles entre sí, como el agua y el aceite, como la luz y la sombra. Muchas veces la verdad no es lo que creemos que es sino lo que el propalador de la mentira quiere que creamos que es a través de las maquinaciones del intelecto, capaces de apagar la luz de las estrellas, de crear desconfianza, odios y rencores; como lo haría un experto manipulador del lenguaje adormecedor de las conciencias.

Por ello, debemos decirlo hasta el cansancio, el periodista que desempeña su labor con objetividad y dignidad, hace honor a su profesión y es más apreciado socialmente.